Interina con 27 años de servicio tiene que examinarse de Eusquera para no perder su trabajo ..
Olga y Enrique son dos de los 157 profesores que permanecen encerrados en el Instituto Bertendona de Bilbao desde el pasado 22 de febrero.

Si aprueba, tendrán un año más para liberarse –cobrar su sueldo íntegro por dedicarse a estudiar euskara a tiempo completo– y aprender lo necesario para intentar aprobar el PL2; si no, sólo les queda resignarse y estudiar 450 horas por su cuenta para poder presentarse a la convocatoria libre del año que viene, pero ya sin puesto de trabajo.

Olga Cabezas, nacida en León, lleva 27 años como interina enseñando francés a alumnos de todo Euskadi.

El pasado 9 de mayo cumplió sus primeros 77 días de encierro y también 55 años. Una cruel paradoja, porque si hubiera nacido sólo unos meses antes la entrada en vigor del decreto de la consejería de Educación –firmado con el apoyo de los sindicatos ELA, LAB y STEE-EILAS– no le afectaría.

Además, por antigüedad debería colocarse la primera en las listas de sustitución, pero la crucial importancia del euskara hace que muchos otros le adelanten.

Ha impartido clases en 9 centros al lo largo de su dilatada carrera. «Toda una vida», dice. Como a otras tantas personas, la idea de estudiar euskara no le vino por exigencia laboral en un principio. «Era 1989 y empecé a ir a un euskaltegi por mi cuenta, fuera de la jornada laboral», indica.

Sin embargo, la dificultad del idioma y el trabajo en el instituto de Bermeo, que además debía compaginar con sus otras vidas como ama de casa y madre de dos hijas que hoy tienen 27 y 28 años y un hijo de 22, le llevaron a dejarlo «por falta de tiempo», como ella dice. La muerte de su marido en 1990 y la necesidad de hacerse cargo de un abuelo que hoy tiene 95 años terminaron de ocupar la vida de Olga lo suficiente. En 1995 consiguió que la liberaran por primera vez para estudiar euskara. Una política de euskaldunización que ha permitido que hoy más del 80% de los profesores de la Escuela Pública Vasca sean euskaldunes. Pero a medio curso perdió su condición de liberada «por no hacer bien un examen de nivel».

Olga decidió entonces seguir estudiando euskara por su cuenta, «porque veía que iba a ser más necesario cada vez». Así, entre los años 1995 y 2004 aprobó el segundo curso de la Escuela Oficial de Idiomas, todavía lejos del PL1, que equivale a un cuarto curso. Gracias a eso consiguió una nueva liberación en septiembre de 2004. Mañana deberá demostrar sus conocimientos en un examen en el que se juega el todo por el todo. «Veo que voy a suspender», reconoce resignada. Olga tiene claro el motivo de su fracaso: «Tengo 55 años y toda una vida detrás enseñando idiomas. Sé que a mi edad no se puede con una lengua como el euskara, que además no se parece a ninguna otra».

Aunque dice estar «harta» de repetir sus argumentos, insiste en que «no se puede aprender» con una presión así: «O apruebas o te quedas sin trabajo». Considera su caso –y también los del resto de compañeros encerrados– «una injusticia y una discriminación». Además, el sistema de euskaldunización obtiene año tras año unos porcentajes de suspensos de entre el 80% y el 90% según niveles. «Un flaco favor al euskara».

Por esas y muchas otras razones, y también porque asegura estar «bastante cansada» –«me quedan sólo nueve años para jubilarme»– lo tiene claro: «Si suspendo y tengo plaza en Asturias me marcho, sin duda». Tendría que alquilar un piso y vivir allí cinco días a la semana. Sus hijos, que sí saben euskara, la apoyan. «Ellos saben lo difícil que es aprenderlo». Si las cosas marchan como parece, sólo queda el exilio. Aunque UGT anunció ayer, durante una manifestación de los profesores frente a Sabin Etxea, que la sentencia interpuesta por ese sindicato contra el decreto de estabilidad docente «es cuestión de días».

Tampoco se puede decir que Enrique Crespo esté muy motivado para llegar a ser euskaldunberri. Y no le falta razón: entre el 80% y el 85% del alumnado de FP en Euskadi es castellanoparlante. «Lo que más me revienta es que mi plaza siempre fue de castellano, yo nunca di una clase en euskara, y mi sustituto –que sí tiene el PL2– da las clases en castellano». Enrique asegura que «nunca» se imaginó que el proceso de euskaldunización «se acelerara hasta este punto».

Ver artículo original publicado en  elmundo-lacronica.com

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