El niño acosador tiene una mentalidad maquiavélica
( 21/11/2004 12:44 ) Diario-Vasco.-JUAN.-M.-VELASCO

    El agresor «no tiene un pelo de tonto, sabe mentir estupendamente, enreda a los adultos, y acusa y atribuye la provocación a la víctima»
 

Rosario Ortega es un referente en España cuando el asunto del maltrato escolar y entre iguales (bullying) está encima de la mesa. Catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Córdoba, los estudios y programas -Andalucía Anti Violencia Escolar- en torno al bullying de Rosario Ortega han sido tomados como ejemplo y son motivo de estudio en foros europeos. Trabaja en esta línea de investigación desde hace quince años. En el País Vasco, el Departamento de Educación tiene muy en cuenta su opinión en los programas de prevención en las aulas.

    - Maltrato entre iguales, acoso, bullying... ¿es lo mismo?

    - El bullying tiene su origen en el mobbing. Son fenómenos de acoso, de hostigamiento injustificado, de abuso de poder de unos hacia otros, que cursa con daño para la víctima, pero también para el agresor, entendiendo por daño, daño psicológico en su desarrollo y en su aprendizaje. Además, hay un cierto conocimiento por parte de los de alrededor de que esto pasa. Es un fenómeno tan antiguo como la escuela, en la medida de que se crean hábitos de abuso de poder.

    - ¿Por qué se produce?

    - Hay cuatro grandes factores: la sociedad en general, que permite la violencia; la escuela como institución, si permite o tolera el abuso de poder; los iguales o los microsistemas de relaciones entre los niños, que no es otra cosa que las pandillas, y en las que dentro se pueden establecer abusos de poder; y, por último, las características psicológicas y personales del sujeto, víctima o agresor. Este último es el factor más simple y más directo, pero todos están interrelacionados.

    - ¿Dónde se produce el maltrato?

    - Como los protagonistas saben que es una conducta prohibida e indecente, procuran ocultarlo y actúan en los sitios oscuros, físicos y psicológicos. Por ejemplo, pasillos, aseos de colegios, salidas de patio... También dentro del aula, pero de forma oculta. El agresor sabe que lo que está haciendo está mal. Esto está muy estudiado. No se trata de un burro inconsciente. Es alguien de mentalidad un poco maquiavélica, que busca siempre una justificación a sus actos: «Es que se lo buscaba», «es que es tonto...».

    - ¿Cuál es el perfil del agresor?

    - Los estudios señalan que de tonto no tiene un pelo, que capea muy bien las situaciones, que sabe mentir estupendamente, enreda a los adultos, acusa y atribuye provocación a la víctima, no suele ser buen estudiante... También es inseguro, en el sentido de que es un ser débil psicológicamente que se busca apoyos sociales en esa camarilla de amigos para estar resguardado. Da la impresión de que estoy en contra del agresor. Bien. Estoy en contra de su conducta, pero esto no significa que no sea alguien que necesita ayuda psicológica.

    _ ¿Es una víctima más?

    - No, el agresor necesita ayuda psicológica, porque necesita desarrollar su empatía, equilibrar su criterio moral. Pero no es una víctima, la sociedad no es responsable del perfil del agresor.

    - ¿Y cómo es la víctima?

    - Suele estar en el grupo de los buenos estudiantes, suele ser psicológicamente más débil, en el sentido de enfrentarse a las agresiones y no afrontarlas...

    - ¿En qué edades se produce el maltrato escolar?

    - Las edades clave son de diez a quince años. Hay un primer tramo, de diez a doce, en el que se comienzan a fraguar las relaciones interpersonales de manera importante. Aquí hay bastante frecuencia de casos. De doce a quince años, los casos se dan menos, pero son los más graves.

    - ¿Y el papel de los compañeros que miran para otro lado cuando se producen las agresiones, físicas o psicológicas?

    - El 85% de los alumnos se enteran de las agresiones. Realmente es un fenómeno que se ubica en el microsistema de los iguales, en donde los niños se comunican sin compartirlo con los mayores. Si de manera natural los iguales que conocen estos fenómenos ayudan a que se disuelva, el fenómeno dura poco. Si los iguales asumen en su microsistema esa inmoralidad, miran para otro lado y la víctima queda sola. Aquí entraríamos en el fenómeno del gregarismo.

    - ¿Cuál es la realidad en España?

    - Comparada con los países de la UE más desarrollados, hay menos porcentaje de maltrato escolar, de bullying suave o grave. El más grave, en Secundaria, no pasa del 5%, mientras que el suave, en Primaria, no pasa del 8%. Nuestros profesores están más atentos y desde hace ocho años las administraciones se han sensibilizado con el problema. En este sentido, las comunidades de Andalucía y Euskadi son pioneras. Yo he ofrecido muchos seminarios en el País Vasco desde 1997.

    - Cuándo se detecta en un centro un caso de bullying, ¿cómo se puede atajar?

    - De forma resumida, nosotros hemos establecido dos líneas de intervención. Una es la preventiva, con programas que trabajan desde la formación del profesorado hasta las relaciones interpersonales en el aula. Además, dentro de ese mismo programa hay una línea más caliente para trabajar con los niños en riesgo, con los que se trabaja directamente para que el riesgo desaparezca. Si hay un agresor potencial, hay que trabajar de forma directa, focalizando el problema con el niño, padres, maestros... En España, no estamos desarmados ante estos problemas. Hay recursos. Lo que ocurre es que la Administración ha de gastarse el dinero para que en las escuelas haya estos dispositivos.

    - ¿Estos programas de prevención son eficaces?

    - Sí, el SAVE (Sevilla Anti Violencia Escolar) disminuyó en cuatro años las víctimas en un 50%, ya que muchos niños aprendieron a enfrentarse a los problemas. El número de agresores descendió menos, porque este aspecto es más difícil de controlar.

    - ¿El acoso puede llevar a la víctima al suicidio?

    - Los estudios sobre bullying comienzan a ser importantes porque en Suecia, en 1978, se suicidaron sucesivamente y en pocos meses tres niños tras sufrir acoso escolar. A partir de ese momento, el Gobierno sueco hizo el primer estudio de bullying que se conoce. El suicidio y el asesinato son los efectos más graves del acoso. Se dan muy poco, pero se dan. Y esto no quiere decir que el caso de Hondarribia sea así, porque yo no lo conozco de cerca.

    «No hay que buscar culpables, pero sí depurar las responsabilidades»- ¿Qué reflexión hizo al conocer el suceso de Jokin?

    - Leí un artículo en la prensa y la descripción que se hacía en ese periódico era un retrato robot de bullying. No obstante, yo no puedo afirmar nada, ya que no conozco el caso personalmente.

    - ¿Se deben buscar culpables?

    - No, pero se tienen que depurar responsabilidades. Si no se aclaran responsabilidades, el fenómeno se puede repetir más de la cuenta. El culpable es una figura que, como estamos hablando de juventud y de infancia, no es necesariamente útil. Es muy importante que el clima de la escuela comprenda que lo que ha ocurrido ha podido ser el despiste de algunas personas y que se aclare, que los compañeros sepan qué pasó. No se puede mirar para otro lado, pero también entiendo que hay que reeducar. Me preocupan los agresores y por eso son objeto de nuestra investigación. Nada de aislarlos. Además, hay que atender a las víctimas: la familia de la víctima, del agresor, los espectadores... Mirar los problemas de manera educativa es más complejo que afrontarlos buscando culpables.

    - ¿Quiénes sufren las secuelas?

    - La violencia deja huella en todo el mundo. No sólo en la víctima. En los agresores, las huellas son muy importantes a corto, medio y largo plazo. También deja huella en los espectadores. El pensar que quizás se podría haber hecho algo es muy duro para mucha gente.

    - ¿El bullying escolar está en auge?

    - Lo que está en auge es la búsqueda de transparencia. Aquí no hay datos de hace 25 años. Ahora hay maltrato y seguramente lo hubo antes.

[ <-- ]
VOLVER