¿Por qué de nuestro comportamiento pasivo y de señoritos de provincias?

Cuando me asomo a la página de permutas, tiemblo al ver todas las dificultades que los compañeros tienen. Cada vez más lejos y más “puteados”. No me extraña de las depresiones que algunos puedan tener. Hijos desatendidos, familias enteras rotas, cada día más movilidad geográfica y más injusticia en los institutos. Esto sigue y sigue, la bola se va haciendo más grande, la gente más y más resentida y quemada.

Y yo me pregunto. ¿Acaso las familias de los trabajadores de Astilleros son diferentes a las nuestras? ¿Son más dignas que nosotros? - No puede ser, no más lamentaciones.

No podemos seguir quejándonos y cada día más dolidos. No podemos agachar la cabeza como el avestruz y aceptar todo con ”resignación cristiana”. No podemos permitirnos el lujo de ser trabajadores de la enseñanza pasivos donde todo cuela. Ayer nos quejábamos con los nuestros de nuestra situación. Hoy pedimos comprensión y socorro para que acudan nuestros propios compañeros a salvarnos del destino que nos han dado. Incluso ofertamos económicamente una cantidad de euros (¿Qué pena y desesperación ver en la página de permutas a interinos ofreciendo hasta 1.000 euros, casi un mes de trabajo, por una permuta) para que no solucionen nuestra situación y describimos todos los avatares personales con dolor y súplica. ¡Basta ya! -Ésto no puede seguir . Somos 20.000 en la misma situación, pero nos sobra apatía y nos falta fuerza para luchar como los trabajadores de Astilleros en la calle, donde se nos escuche. Somos trabajadores igualmente, igual en dignidad, igual en justicia, igual en derechos.

Nos da miedo salir como ellos, con rabia. Nos da miedo tirar huevos a las fachadas de los que nos están explotando. Nos abruma el coger un autocar y manifestarnos todos al unísono. Nos escondemos pasivamente ante el qué dirán de unos enseñantes que tienen que manifestarse pacíficamente por su condición ¿No podemos enseñar los dientes a los que nos hacen ser violentos? ¿No podemos -como ciudadanos de a pie- rechazar las falsas promesas dadas por la administración y los sindicatos que juegan con nuestras familias como si fuésemos marionetas?

Este es el país de siempre, la España del convencimiento, la de la pandereta, la que todo lo consiente. ¿Dónde está el raciocinio de los intelectuales? ¿Dónde dejamos lo que aprendimos en las universidades? No alimentemos la España de la resignación, del señorito de provincias.

Clamad para que los sindicatos –sobre todo SADI- nos movilicen y hagan lo indecible para convencer a nuestros compañeros que la solución está en la calle, todos unidos. No podemos permitir más esta situación, son nuestros hijos y familias los que nos están reclamando paz, estabilidad , justicia...

No nos duelan prendas para salir a la calle, con nuestro traje de obreros, dignamente.

¿Tendremos que esperar a que nos echen uno por uno? ¿Tendremos que vernos en las listas de la oficina de empleo? ¿Tendrán que ser nuestros hijos quienes nos recuerden en un futuro próximo la desidia y pasividad de nuestra condición? ¿Serán ellos los que nos recuerden la falta de unidad familiar, el cariño y el calor del hogar perdido por nuestra cobardía?

Una Interina y “madre” de Almería.