Interinos una solución de justicia.

Artículo publicado en SadiCadiz, .


INTERINOS: UNA SOLUCIÓN “DE JUSTICIA”

A pasar de que ya he pasado por 21 centros (dando todo tipo de materias, los peores grupos y horarios de juzgado de guardia), me consideran un interino “pata negra”, o sea, un privilegiado de esos que alcanzan un destino preferente. Los kilómetros que llevo encima me los callo, porque al parecer a nadie le interesa ni mi divorcio, ni mi intento fallido de formar una familia, ni el accidente aquél que me dejó la pierna para siempre dolorida, ni las injusticias verbales que sigo sufriendo día a día...

El caso es que, tras 17 años en la docencia, llevo 3 años en el mismo centro y en la misma localidad (privilegium omnium trabajadorum docentiae). Desde hace tres años conozco a mi amigo Miguel, que da clases de matemáticas. Miguel es funcionario por restringidas desde 1983 y desde que llegué a este centro ha defendido la causa interina, más por las nefastas consecuencias que se produce en la enseñanza, sobre todo en primaria, que por la injusticia laboral que en sí conlleva la precariedad del docente interino.

Siempre ha visto con simpatía el movimiento interino y al sindicato SADI. “En los últimos años” –me dice- “habéis sido el único sindicato, los únicos que habéis dicho con relativa fuerza “basta ya” a la administración, mientras otros sólo ponen la mano”, etc.

Sin embargo, este último año, ha cambiado de opinión como de la noche al día. La razón es su hijo, Miguelito hijo, un encanto de persona. Miguelito, su hijo, es economista. Estudió en Navarra, según su padre porque en la facultad de Sevilla no lo motivaban lo suficiente. Ha estado en Lovaina con el programa Erasmus y en San Francisco haciendo un máster en administración de empresas. Habla correctamente dos idiomas –ahora también estudia alemán- y es un genio de la informática. A pesar de este “curriculum”, propio de un jefazo de cualquier multinacional, Miguelito no encuentra trabajo. Ha estado un tiempo en una sucursal en una Caja de Ahorros – “y por amistad mía con el director”, me dice su padre – y ahora lo han “ascendido”, desplazándolo 300 Kms, a un pueblecito de la Serranía de Ronda, donde Miguelito se muere de tristeza. El caso es que Miguelito ha decidido estudiar las oposiciones de enseñanza, pese al callado disgusto de su padre, y lleva ya 4 meses en una academia preparándose. – “Me cuesta un pico” –dice su padre.

Por este motivo -su brillante hijo se presenta a las oposiciones de enseñanza porque no encuentra otro trabajo - Miguel ha cambiado su concepto sobre los interinos: ahora resulta –según él- que somos unos flojos que no quieren estudiar, a los que nos quieren hacer funcionarios por la cara, etc. Miguel entró por restringidas – como muchos – pero ahora piensa que si hacen fijos a los interinos que ahora están trabajando, impide a su hijo el acceso a la enseñanza. Ahora quiere oposiciones masivas. Miguel ha llegado a la conclusión de que la mayor injusticia es que no existan oposiciones masivas para que puedan entrar los recien salidos de las facultades.

Estaba cantado que tenía que pelearme con mi amigo Miguel, que por intereses personales ha olvidado todas las injusticias que yo le he escuchado defender sobre los interinos. A la tercera vez que me dijo ¿Y mi hijo qué? – le espeté: “este trabajo ya está ocupado, por padres y madres de familia, trabajadores, que hacen todos los días su labor” ¿Echamos a estos trabajadores para que entre tu hijo?

Quizá esta sea la gran injusticia que soportamos diariamente los interinos: el trato de “intrusos” que se nos da, a pesar de llevar algunos una experiencia considerable; el tener que demostrar siempre mayor disposición que los demás; el hacernos culpables de situaciones humanas provocadas por una mala administración. Y de este calvario no nos salva ya nadie, sólo podemos asumirlo con nuestra dignidad de trabajadores. Si llegase una solución para el personal interino, que nadie piense que se nos hace un favor, lo que se nos hace es “JUSTICIA”.

Pero ojo, para la administración el problema interino es sólo una estadística, un número a reducir o a extinguir porque lo exige Europa. Para nada ha valorado –nunca- el problema humano que la interinidad ha conllevado, y que sólo cada uno de nosotros conocemos y padecemos. No hay que fiarse para nada de la administración en la solución que dice que va a llevar a cabo. Hay que extremar la guardia más que nunca y aumentar la presión. Muchos -yo o tú- pueden quedarse fuera de esa solución final que dicen que quieren darnos...

Mi amigo Miguel no me habla y evita tomar café conmigo. Como también es el jefe de estudios me llamó a su despacho para comunicarme una cuestión importante. - “Quiero que sepas antes que nadie que hemos considerado que en el cupo para el próximo año desaparezca la plaza que ocupas. Creemos que nos hace más falta un profesor de música (doy 6 horas de esta materia). Aún así, te comunicamos que estamos muy contentos contigo”.

En fin , que les voy a contar que ustedes no sepan...

¡Interinitas, gloria bendita est!.

Amén.

EL PROFESOR SUSPENDIDO

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