¿Quién criba a los cribadores?

Reproducimos el Artículo de ALEJANDRO NIETO Catedrático de derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid, publicado en el diario ABC, versión digital. Podemos estar de acuerdo con el o no estarlo, pero seguro que para tod@s  los que hayan sufrido un proceso selectivo mas de una vez, le traeran recuedos "non gratos", al igual que para muchos que se han visto obligados a formar parte de los tribunales, y ha sido la peor experiencia de su vida.

Los subrayados, cursivas y negritas, son modificaciones al texto original realizadas por el SIDI.


ALEJANDRO NIETO

Catedrático de derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid

Aunque parezca que ya se ha dicho todo en las docenas de informes que se han encargado o traducido y en las muchas horas de discusiones en congresos, seminarios y jornadas, hay un aspecto en el que de ordinario no reparan quienes, por oficio o afición, se ocupan de las cuestiones de acceso y formación de los funcionarios. Un aspecto al que no se da importancia por considerarlo de letra pequeña, intrascendente; y que, sin embargo, en mi opinión es capital: ¿cómo se selecciona y forma a quienes corresponde seleccionar y formar a los aspirantes a servidores públicos?

Cualquiera que tenga experiencia sabe bien que los procedimientos de los jurados son siempre los mismos. Alguna autoridad de muy arriba escoge de aquí y de allá a un puñado de brillantes funcionarios, honestos a machamartillo (aunque levemente inclinados al nepotismo) y aceptablemente independientes que tienen en común sus muchas prisas, sus elevadísimas tareas, sus frecuentes viajes y un teléfono móvil que incesantemente les reclama. Poco tiempo, en definitiva, y menos interés por asuntos de tono menor, nada estimulado por unas dietas simbólicas.

En estas condiciones asisten, o no, a las sesiones y, cuando asisten, enjuician con criterio subjetivo y errático. Si uno alaba la cultura exhibida en el desarrollo de un tema, el otro reprocha por considerar que el opositor se ha ido por las ramas; si a uno le parece bien la cita de autores extranjeros, a su compañero le parece una pedantería insufrible; algunos están por las construcciones originales, que a los demás parecen impertinencias y faltas de respetoNo hay pautas objetivas de valoración previamente convenidas que hagan fiable el juicio e ilustren a los opositores sobre lo importante y lo accesorio, sobre lo que se espera de ellos durante las pruebas y más aún en el futuro. Todo queda al gusto de los juzgadores, sin que de nada valgan los intereses de las Administraciones en que luego se va a trabajar.

Mi tesis puede parecer pedestre; mas no debe echarse en saco roto porque si estas prácticas no se enmiendan (y para enmendarlas hay que ser conscientes de ellas) de nada servirán las reformas que se preparan. Si los seleccionadores y formadores de funcionarios no están, a su vez, bien seleccionados y adiestrados, será inútil cuanto se haga, ya que si un ciego conduce a otro ciego, los dos caerán en el abismo. No se pueden formar jurados, por muy independientes que sean, con individuos caídos del cielo,  ya que para enjuiciar es preciso dominar ciertas técnicas de enjuiciamiento, que nadie se molesta en aprender, y, sobre todo, tener interés en lo que se hace.

Teman otros las frivolidades del legislador, la pedantería de los expertos, el sectarismo de los partidos y la retórica de los reglamentos. Yo temo más la arrogancia, la ignorancia, el desinterés, el nepotismo, las prisas y las rutinas de los seleccionadores; porque así no hay forma de llegar a ninguna parte sea cual fuere el sistema que se aplique. En consecuencia: frente a los que se empeñan en cambiar por completo el régimen de acceso a la Función Pública, yo sugiero, mucho más modestamente, que se empiece formando a los seleccionadores. Y si así no se hace, seguiremos como ahora, aunque con una ley más.

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