El colectivo de profesores interinos y sustitutos es el peor tratado por la Consejería de Educación. Después de que le sacan a la sociedad, vía Ruano-Prometeo, las castañas del fuego, estos profesores son despedidos cuando han visto que les salen caros (y aumentan ratios en su defecto). Les pagan con meses de retraso como si ellos no comieran y, por si fuera poco, ahora la inspección médica puede despedirlos tras previo informe. Esto último no tiene más sustantivo que selección de la raza, y, de adjetivo, eugenesia. La selección del profesorado para el mejoramiento de la economía a través de una micropolítica de los cuerpos es ideología eugenésica, pues el miedo a enfermar, por si te quedas sin trabajo, es común entre el profesorado interino y sustituto.
El Tercer Reich tenía una práctica parecida con los gitanos y judíos enfermos, no sin antes quitarles lo que tuvieran de valor, hasta los dientes y los cabellos eran aprovechables. Eso sí, Educación lo presenta más dulcificado, a través de la elocuencia de una hipócrita real politic, especie de entreguismo a las fuerzas ocultas de la historia, como si las intenciones humanas y la voluntad política fueran inocentes. La real politic tiene sus propios códigos y en ellos no impera la moral, simplemente se hace política. Simplemente se hace política, por eso hay intocables, porque estas medidas no se toman con ningún otro colectivo de funcionarios.
Hasta tal punto se ha devaluado al profesorado de primaria y secundaria, -y el universitario, del que trataremos en un próximo artículo-, que de la inspección salió sin pudor alguno esta normativa en agosto de 2003. Los sindicatos callan o protestan por protestar para mantener el electorado, pero en realidad todos le han hecho la cama a la consejería; con lo cual, el profesorado, sobre todo interino y sustituto, se encuentra desasistido.
Esta lógica de la real politic abruma a cualquiera por su ubicuidad y su constancia. No es casualidad que sea una práctica política muy práctica para el capital contra el trabajo. Por ejemplo: en un momento Sadam era bueno para Estados Unidos y era bienvenido para combatir a Irán; y ahora, de repente, es malo. Lo mismo que los talibanes. Antes los interinos y sustitutos eran buenos, ahora son malos. Otro ejemplo modernito es el que nos reclama a votar el 20 de febrero, donde uno de los argumentos más socorridos es el de la real politic para votar sí al tratado.
El punto a analizar es si eso es argumento suficiente, decir que es lo menos malo y que las cosas se podrán mejorar a partir de, que es un punto de partida. Como dice Pepe Alemán en reciente escritura, “es un voto triste”. La cuestión operativa, para mí, es otra, porque esa posible construcción de un modelo más social europeo viene tirando sin tirar desde el Tratado de Roma en 1957 (CEE). Ya son muchos años de movimiento pendular entre el deseo y la realidad. Algunos creen que luego vendrá otro paso, como por sinergia y simpática transmisión; que es un movimiento natural, un pasito a pasito, fundamentado en la ideología del progreso evolucionista de que cada etapa es mejor que la anterior.
Honestamente, creo que son los intereses de la real politic los que hacen creer que la historia se mueve hacia una Europa más social y menos rehén del gran capital. Graciosamente, los que con sus políticas producen un modelo de sociedad también nos dan el diagnóstico acertado de nuestros males, por eso han conseguido ponernos visiones esperanzadoras durante tantos años sin que imaginemos que caminamos por un desierto y que esa visión es un espejismo. Lo malo sea que nos den una patada en el futuro, como Ruano a los profesores interinos y sustitutos, cuando no sirvamos a los intereses de esa Europa de economía y hormigón porque éramos interinos y sustitutos sin saberlo, despistados que estábamos en la bucolia soñadora de las víctimas de esa real politic que asola al planeta en todas partes y a todos los niveles, como un tsunami que avanza silenciosamente y del que nadie es consciente hasta que ya te lo encuentras literalmente encima (como el euro, vaya, que no encarecería la vida, y mira). Por lo menos nos queda aprender a nadar y a bucear a pulmón.
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