Profesor pateado y mordido en su puesto de trabajo.

En el mismo cenntro otra mestra del centro fué golpeada por una madre de alumno....

  • Desde el SIDI, reclamamos a la Consejería que, dentro del servicio de prevención de riesgos laborales,  se habilite un departamento estable que se encargue de este tipo de asuntos, proporcionando recursos humanos y materiales  específcios de ayuda psicológica y jurídica a los profesores  que están siendo objeto de agresiones, tanto físicas como verbales, fenómeno que es más común de lo que pensamos.

Las agresiones físicas que salen en la prensa son la punta de un iceberg,  que está llevando las condiciones de trabajo de muchos docentes a unas situaciones límites. 

Muchas de las agresiones físicas no trascienden los muros del propio centro, no digamos ya las verbales o intimidatorias.

Muchos profesores después de estas agresiones podrían estar sufriendo el síndrome de estress postraumático, ya que tienen que convivir y enfrentarse todos los días con el escenario y los autorees de anteriores agresiones,  pensando cuando van hacie el trabajo si  le volverá a tocar, muchas veces sin el apoyo del equipo directivo que solo pienta en tapar el asunto, y de la consejería que actúa cuando trasciende a la prensa. 

Entre los recursos materiales y humanos específicos,  que pedimos está asesoramiento psicológico y confidencial, para todos los profesores que se están sintiendo agredidos,  haya trascendido o no a los medios la agresión. Este asesoramiento y ayuda debería estar prestado por profesionales dedicados únicamente a esta tarea,  y encuadrados dentro del servicio de prevención de riesgos laborales. 

También dentro del mismo servicios de prevención de riesgos laborales, deberían establecerse unos recursos jurídicos a disposición del profesor, no solo para defenderse, si no para si lo desea emprender las accciones legales oportunas, sin coste económico para el profesor,  contra los agresores y contra los que presenten denuncias falsas.

Es muy importante que estos profesionales estén dedicados única y exclusivamente a esta tarea, y encuadrados en el servicio de prevención de riesgos laborales.

 Actualmente cuando se produce un conflicto de esta índole, nos encontramos al final con un conflicto a tres bandas: el agresor, el agredido y la Consejería. Muchas veces el profesor agredido siente que los intereses de la consejería no coinciden completamente con lo suyos, y recela de los servicios jurídicos que también defienden los intereses de una de las partes.

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